Brillantez y mérito

hoy se celebran las elecciones andaluzas. Ante la absoluta falta de discurso político de los diversos contendientes, he dedicado mi atención a valorar el talante y la personalidad de los mismos. La conclusión ha sido que todos y cada uno de ellos son gente vulgar. Y me refiero a la acepción número 2 que la RAE da al término "vulgar: adj. Común o general, por contraposición a especial o técnico".

No puede sorprendernos que una persona vulgar sea capaz de desarrollar un programa "especial" o ejecutar acciones "brillantes", dado que inicialmente no está facultada para ello. Políticos vulgares desarrollan políticas vulgares.

Me vienen a la cabeza unas palabras que leí hace unos días en una entrevista de prensa. El entrevistado era el máximo responsable de la educación en Finlandia, país que año tras año, como si conociese las preguntas de antemano, sobresale con holgura entre los puntuados por el "informe PISA".

Este caballero, Jari Livonen, al ser preguntado por los métodos de acceso a la Facultad de Magisterio nos dice: 

"Los estudiantes han de leer varios libros sobre filosofía de la educación, educación comparada, ciencia de la educación… y luego les hacemos aplicar estos conocimientos a nuevos contextos. En general, tenemos unos 3.000 aspirantes, y superan estos exámenes unas 300 personas. Luego entrevistamos a estos aspirantes y acabamos seleccionando a 120 estudiantes, que son los que accederán a la facultad de magisterio".

con tales métodos de selección ¿podría ser que los finalmente elegidos para ser maestros fuesen incompetentes? Imposible. La selección de los mejores entre los mejores nunca da como resultado la mediocridad.

(La entrevista completa es bastante interesante. Podéis leerla aquí )

¿Por qué no aplicar esos criterios de selección a los gobernantes de un país? Estoy seguro de que entre la gente inteligente y experta también hay gente racional y de sentido común. Elijamos pues a un grupo de gente brillante, démosles medios, y veamos qué sucede. Auguro que el resultado será mucho mejor que el que ahora tenemos.





Codicia Innata

   "El conocer algo de la naturaleza humana nos convencerá de que, para la inmensa mayoría de la humanidad el interés (personal) es el principio dominante; y de que casi todo hombre está más o menos bajo su influencia. Pocos están dispuestos a sacrificar de continuo, para beneficio de todos, sus conveniencias o ventajas personales. Es inútil clamar en contra de la depravación de la naturaleza humana debido a esto; es un hecho. La experiencia de toda era y nación lo ha probado, y tenemos que cambiar en gran medida la constitución del hombre antes de que podamos cambiar la situación"

George Washington
   Es esperanzador que, desde los tiempos en que vivió Washington, hemos conseguido refrenar otros instintos del hombre, tales como tomarnos la justicia por nuestra mano, abusar sexualmente o violentamente de otro más débil y otros instintos que quizá causan un mal menor pero que menoscaban la convivencia. Esperemos que, con el tiempo, también seamos capaces de controlar la codicia y la corrupcion.

  Por tanto, cuando os digan que la corrupción está enquistada en la sociedad, que es algo que no se puede cambiar y hay que asumir, responded: sí, se puede cambiar. Aún no hemos alcanzado ese nivel de evolución, pero con educación y trabajo sobre nosotros mismos lo conseguiremos.

Libertad como derecho humano

   “La libertad reside en el corazón de las personas; cuando muere en él, no hay ley que pueda salvarla”

    Learned Hand - Jurista norteamericano

No sé si hay un rebelde en todo hombre, pero lo que sí sé es que hay un humano en todo hombre. Un ser humano es un animal que no sólo siente, sino que también piensa, no sólo sufre por él, sino también por el entorno, tiene ánimo de trascendencia, se pregunta cosas ..., eso es un ser humano. Pues bien, para desarrollar esas capacidades, precisa libertad.

Hace unos días, Al Neri, el más asiduo escritor de La Pluma Viperina hablaba de la necesidad de tener dinero para poder ser libre. Y efectivamente, sólo a partir de una cobertura mínima de las necesidades elementales comienza la libertad del individuo para perseguir la felicidad. Pero, ¿es la capacidad económica suficiente para ser libre? ¿qué pasa si a un hombre con buenos ingresos le impedimos gastarlos? ¿qué sucede si no le permitimos moverse, relacionarse?

Libertad, he ahí el primer pilar de los derechos del hombre. Libertad económica, libertad de reunión, libertad de expresión. Si este bello concepto de autonomía individual está erosionado, se erosiona la propia condición humana.


Del Individuo y el Estado II

es frecuente oír referirse al Estado, a la Hacienda Pública, al sistema sanitario o de enseñanza, en tercera persona, como un ente extraño a nosotros mismos. De esa manera tendemos a proyectar las instituciones públicas fuera de nosotros, sobre todo para lo malo. "Hacienda me pide", "la Seguridad Social me exige" ... y demás demandas frecuentemente insatisfechas que nos sitúan en una trinchera frente al Estado.

¿Por qué consideramos al Estado como un oponente y no como un todo en el que reconocernos a nosotros mismos.
En parte por nuestra falta de cultura democrática. Durante siglos hemos pertenecido al Estado sin posibilidad alguna de mantenernos al margen. No se permite el individualismo, visto como la patria de Juan Palomo, un individuo que no precisa ayuda para guisar y comer y tampoco quiere, ni loco, ofrecer su ayuda al Estado para que la distribuya entre otros individuos.

En parte porque incluso aquellos filántropos convencidos de que entregar su excedente al Estado es la mejor manera de garantizar la convivencia, están convencidos de que el Estado es un pésimo administrador.

Y finalmente porque la lejanía entre el individuo y las instituciones que nos gobiernan es abismal.

Desde luego, mal lo tiene el autodenominado "liberal" si pretende no contribuir al bien común. No hay espacio para los anacoretas en el mundo, un lugar sin estado, salvo la selva primitiva, adonde ningún liberal pretende ir. La mayoría de liberales que conozco son jóvenes de buen nivel económico. La vida no les ha golpeado hasta el punto de necesitar ayuda de sus congéneres, pero, quién sabe, nadie puede asegurar que nunca necesitará ayuda.

Respecto a los defensores de la redistribución de la riqueza como garante de la convivencia, sólo precisan confianza en unas instituciones honradas y bien gestionadas para continuar sintiéndose satisfechos y agradeciendo a Rousseau sus palabras del anterior post.

Finalmente, la democracia, ¡ay, que difícil concepto!. Muchos de los ciudadanos podrían ceder una cuota de su libertad de decidir a cambio de una gestión fuerte e inteligente, pero no nos engañemos: no existen los dictadores u oligarcas buenos. El poder corrompe, si no siempre en lo económico, sí en lo moral. El poder necesita ser renovado y aireado periódicamente y la mejor manera de hacerlo es que todos los ciudadanos participen en la elección de los gobernantes, y aún más, en decisión directa (referéndum) sobre cuestiones morales o de convivencia.

Un estado sustentado en la solidaridad, gobernado con honradez y emanado de la ciudadanía siempre mantendrá vivo el vínculo de pertenencia con el pueblo. Si falla ese vínculo, el pueblo no le prestará su fuerza y sustento y desaparecerá sin remisión.


Del individuo y el Estado I


en los tiempos de Rousseau, previos a la Revolución Francesa, aún no había llegado la industria y el capitalismo estaba dando sólo sus primeros pasos. Las personas se distribuían en un sistema de castas, tremendamente impermeables: clero, nobleza, pueblo llano y una incipiente burguesía dominada por gremios cerrados. Muy humano y humanista había de ser el señor Jean-Jacques para posar sus ojos sobre este problema social, a todas luces de casi imposible solución en aquellos tiempos. No obstante, el ilustrado filósofo ya oteaba que el Estado, un Estado fuerte y dominante sobre las castas, podía acabar con aquel pérfido statu quo. Rousseau vislumbró que el vaso había de rebosar en algún momento, pero no creo que soñase con una revolución tan cruel y anárquica como la Francesa. Hoy sabemos que hubiese sido mejor un aterrizaje más suave pero también que sin aquella salvajada que asoló Francia y provocó la mayor guerra del siglo XIX, la igualdad y la libertad hubieran tardado en llegar cien años más. De la fraternidad ni hablo, pues no creo que haya experimentado gran desarrollo desde aquellos días.

Y precisamente esta carencia de "fraternité" es la que hace totalmente indispensable la existencia de un estado vigilante y regulador si queremos que la "egálité" y la "liberté" queden garantizados. 


así somos

Cuando una persona cabal, que maneja su vida con diligencia, conocedor de su economía, de sus obligaciones familiares, de sus compromisos profesionales habla, yo escucho, aunque no esté de acuerdo con sus pronunciamientos. Por el contrario, ¿qué me puede aportar una persona incoherente si por muy elevados que sean sus ideales luego se conduce de manera contraria a ellos?.

Y a menudo, cuando se le haces ver al interesado que hay que empezar a arreglar el mundo desde nuestro más cercano entorno, sale la excusa de que no puede pararse en pequeñeces, que estamos hablando de "macro", de grandes cifras, y es entonces cuando me reafirmo en que uno de los males de España es que cada ciudadano se cree destinado a elevados cometidos, y se olvida de arreglar lo más cercano y sencillo.



"si cada uno limpia su acera, la calle estará limpia"

                       Goethe

Hippies

Hace 50 años el movimiento hippy, lleno de jóvenes (siempre son los jóvenes los raritos) idealistas y utópicos, una manera suave de decir drogados o borrachos, llenaba las calles de Estados Unidos, Francia, Alemania y otros países atrasados. Esta gentuza clamaba por la retirada de las tropas norteamericanas de Vietnam, por el respeto al medio ambiente, los derechos civiles y por la legalización de las drogas. Lo dicho, una banda de drogadictos.

Hoy las calles se llenan de nuevo de jóvenes y conforman una minoría como entonces. Ahora ya no defienden las drogas, sino algo peor, el reparto de la riqueza de forma más equitativa, la eliminación de los privilegios de políticos y sus patrocinadores, el derecho a decidir sobre asuntos concretos en una consulta democrática e inequívoca. Sí o no. Así lo prevee la Constitución en su art. 92 "Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos".

Los que detentan el poder se escandalizan y lanzan a "sus" medios a satanizar al manifestante. Da igual que vayan mil, cien mil o un millón. Sólo se fijarán en el que rompe el escaparate. En un silogismo falaz y embustero dirán: si uno rompe un escaparate, ¡qué no harán cien mil!. Curioso, en el fútbol es al revés y cuando un gilipollas tira una botella argumentan que es un "hecho aislado".
Menos mal que nos queda el derecho a pensar, y gracias a la democracia, a expresarnos, tanto aquí, en las redes sociales, como en la calle, en parte gracias a aquellos hippies de hace 50 años.

Secesiones

hace tiempo, buscando documentación sobre la Guerra de Marruecos, acabé en la hemeroteca de ABC, leyendo los números de finales de Julio de 1921. Además de una absoluta cautela, secretismo o lo que queramos interpretar sobre lo que estaba sucediendo en las posiciones situadas entre Melilla y Annual, los hechos más relevantes eran el traslado de los restos mortales del Cid y varias menciones a la "manía" catalana por considerarse diferentes y querer separarse de España.

Ya entonces, en 1921, con una guerra mundial aún sangrando y cuyo detonante fue un conflicto étnico en los Balcanes, había una facción catalanista pidiendo la segregación y una facción españolista haciendo oídos sordos y reafirmándose en los héroes del Medievo. Hoy, de nuevo en las mismas, pero afortunadamente con una ciudadanía menos agresiva y más acomodada, serían pocos los que tomasen las armas para defender uno u otro bando, pero muchos los que, como entonces, agitan las mentes y conspiran para recrudecer el conflicto.

¿Qué hacer?

mi europeísmo económico, dirigido más por la lógica de la economía de grandes bloques y el poder económico de la demografía que por un verdadero convencimiento de que "somos Europa", me aconseja que me ponga de lado de los que abominan la secesión, sea flamenca, catalana, escocesa o lombarda. Pero mi opinión no vota en el plebiscito catalán.

Entonces, ¿qué hay de los llamados a votar? si saliese el "NO", sin duda los derrotados, una vez lamidas sus heridas, volverían a llamar a la separación dentro de unos años y convocarían una nueva consulta. Y así, una y otra vez hasta que saliese el "SÍ". Cuando saliese este último resultado, en primera, segunda o vigésima convocatoria, todos felices pero ... ¿qué dirían los ganadores si los derrotados quisieran convocar de nuevo al pueblo, ahora independiente, para un referéndum de incorporación a España (o a Francia o Europa)?. Pues eso, lo habéis adivinado, que nones. Esa es la principal razón por la que la consulta es una trampa legal para los secesionistas, porque su validez no será legítima hasta que, durante muchos años, una aplastante mayoría vote, una y otra vez, a favor de la independencia.

¿Acaso no lo saben los impulsores? sí, lo sabe una pequeña minoría, defensora de la teoría de hechos consumados. "Qué voten independencia y luego les convenceremos por la vía de los hechos. Y desde luego, de volver a votar cada año, o cada cinco años, res de res". Mal asunto. Todas las políticas que van contra el "statu quo", tienen complicado consumar un cambio, pero las que se basan en el corazón, son tan volubles como él.



Liberales y Estado

está de moda el liberalismo, y hay razones para ello.

De tanto en cuanto aparecen ciudadanos que piensan que vivirían mejor sin ciudad, sin leyes, sin estado, sin hacienda pública. ¿Acaso no se dan cuenta de que juntos hacemos más fuerza, de que nadie puede pagar una carretera, un hospital, un ejército, por sí mismo? sí, se dan cuenta, pero consideran que no necesitan un estado que les provea de todas esas cosas.

Los liberales sostienen que cada palo ha de aguantar su vela. Si puedes pagar un servicio, ya habrá una empresa privada que lo comercialice y te lo venda. Si no lo puedes pagar, date una vuelta y mira al cielo. No todos somos iguales, ni debemos serlo.

Su punto de vista no es absurdo. Simplemente es profundamente insolidario. Los liberales suelen ser gente más o menos joven, con medios, estudios, dinero y que viven mayoritariamente en países desarrollados. Entienden la redistribución de la riqueza como un lastre, y como tal abominan de los servicios públicos.

¿Hay manera de convencerles de que organizarnos en un estado no es mala idea? Sí, pero a la vez el estado deberá administrar el dinero de los impuestos con tal eficiencia que todos percibamos un beneficio en la administración común de los recursos. De otra manera, la mala administración o la simple corrupción sólo animaran a los ciudadanos más ricos a apartarse del sistema y olvidarse de los problemas del resto.


Cataluña

Opina tanta gente sobre este tema que he caído víctima de la tentación de dejar por escrito parte de mis reflexiones sobre la cuestión catalana. Trataré de no entrar en divagaciones y pasar a la verdadera discusión. ¿Se van o no?

¿Derechos históricos? gracias a la polémica sobre la independencia de Cataluña y a lo desmesurado del debate tenemos la suerte (y sufrimos el tedio) de tener a nuestra disposición más datos sobre lo ocurrido en 1714 que en ningún otro año de la historia de España. No perderé el tiempo en ellos una vez que las guerras europeas de los siglos XIX y XX dejaron claro que el "statu quo" ha de ser respetado so pena de emprender una nueva aventura bélica.

¿Trascendencia patriótica? absurdo, toda vez que si hoy viajo a Cataluña y mis hijos nacen allí ya no serán castellanos sino catalanes, al igual que mis nietos serán búlgaros si allí nacen y crecen. No hay RH que valga si se pace en en tierra distinta a la de nuestros antepasados.

¿Derechos económicos? la soberanía del estado reside en su pueblo, en el caso de España el pueblo son cuarenta y tantos millones de habitantes, algunos de los cuales residen en Cataluña. La Constitución, la ley de mayor rango, dice que todos los ciudadanos españoles deben contribuir económicamente al sustento del conjunto del estado. El gobierno distribuirá esa riqueza de forma que todos salgamos ganando. Aquí está la madre del cordero y uno de los puntos más débiles del "centralismo": los catalanes consideran que el gobierno de Madrid es incapaz de gastar ese dinero de todos con eficacia. Bien, los gaditanos, cántabros y palentinos están de acuerdo. Temo que el resto de españoles también.

¿Es España un lastre económico para Cataluña? esa región tiene una base económica más robusta que otras regiones españolas, pero no creo que sea suficiente para querer ser independiente. De hecho si ese es el principal argumento me parecería repugnante. ¿Acaso mañana desterrarán de Cataluña a todos los pueblos que no mantengan un nivel de producción adecuado al ideal de industriosa catalanidad?

¿Futuro político y social? Es muy interesante un argumento que he encontrado en los escritos de algunos intelectuales catalanes como Xavier Sala y que comparten algunos de mis conocidos que residen en Cataluña. Todas estas personas descartan basar su preferencia por la independencia en los tres puntos anteriores, y se deciden por un cuarto argumento: "sólo fuera de España seremos capaces de cambiar las cosas". ¿Qué quieren decir? pues quieren decir que han tirado la toalla respecto a que alguno de los grandes partidos que tan amistosamente se turnan en el poder pueda hacer evolucionar la sociedad española, y creen, en un ejercicio de fe más religioso que político, que del pueblo catalán independiente emanarán unos gobernantes más justos y con ellos emergerá una sociedad "mejor".
Lamentablemente, y no por cinismo sino por pragmatismo, soy escéptico sobre la posibilidad de que de una clase política (la catalana) tan podrida como la del resto de la península emerja algo puro y sin mácula.

No conozco más argumentos para la independencia. Y lo qué nos deparará el futuro es labor de clarividentes. No sé que pasaría si se produce la independencia y dentro de diez años las encuestas piden que haya reunificación. Desde luego no espero que los defensores de la autodeterminación sean tan entusiastas entonces.

Mi opinión: creo que el siglo XXI será el siglo de los grandes bloques económicos. Andalucía, Cataluña, Lombardía, el Perigord, tendrán que integrarse fuertemente en Europa si queremos competir con los gigantes asiáticos y americanos. La globalización seguirá avanzando y probablemente ello nos arrebatará parte de nuestro acervo cultural, incluyendo a veces nuestro idioma. La fragmentación en unidades administrativas más pequeñas será poco competitiva y nociva por tanto para los habitantes de las regiones que opten por la singularidad a cualquier precio.